El equilibrio del medio oriente

El conflicto entre Israel e Irán en 2025 representa una escalada sin precedentes que trasciende lo militar para convertirse en un choque de visiones sobre el futuro de Oriente Medio. Israel lanzó la operación “León Naciente” el 13 de junio, con ataques masivos contra instalaciones nucleares y militares iraníes, incluyendo la muerte de altos mandos como el comandante de la Guardia Revolucionaria, Hossein Salami. Israel justifica estas acciones como una defensa existencial frente al avance del programa nuclear iraní, que considera una amenaza directa a su supervivencia.
Irán, por su parte, niega que su programa nuclear tenga fines bélicos y ha respondido con ataques con misiles y drones contra territorio israelí, causando también víctimas civiles. La reacción interna en Irán ha sido de unidad nacional frente a lo que perciben como una agresión externa, incluso sectores críticos al régimen han cerrado filas.
Este enfrentamiento no tiene una salida clara ni incentivos para detenerse pronto, lo que augura una prolongación del conflicto con graves consecuencias regionales y globales, como el aumento en los precios del petróleo y la posible intervención de grandes potencias. Estados Unidos mantiene una posición ambivalente, con movimientos estratégicos pero sin confirmar una intervención directa, lo que añade incertidumbre al desarrollo del conflicto.
Desde la perspectiva israelí, esta guerra es parte de una estrategia más amplia para neutralizar la influencia iraní en la región, considerada como un “pulpo” con tentáculos en varios países y grupos armados. La meta israelí ha pasado de contener a Irán a intentar debilitar su aparato institucional y de seguridad, con la esperanza de un colapso interno del régimen.
En suma, el conflicto Israel-Irán en 2025 es una confrontación compleja que refleja tensiones históricas, intereses geopolíticos y rivalidades estratégicas que podrían redefinir el equilibrio en Oriente Medio y afectar la estabilidad global en los próximos años.

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