El último turno de Emilio Arvelo

Por Luis Carlucho Martín

Después de aquel juego de beisbol debía llevar serenata a una dama en Vista Alegre. Dicen que rendía igual en el deporte, en la música y en las ventas. Experto del «romantiqueo» melodioso, se envalentonó luego de unos efluvios espirituosos para demostrarle a su infiel y compartido corazón que aún era capaz de mantener incólume su récord como serenatero conquistador.

Así, mostró sus dotes de gran cantante, aunque tuvo que poner a prueba sus condiciones atléticas al tratar de huir del dueño de la casa, quien al darle alcance rebasó en elogios hacia aquel joven rompe corazones. «Mijo, no corras más. Vine a felicitarte por esa voz. Te invito a cantar en la casa».
¡Romance aprobado! Una novia más pa’ ese Romeo criollo. Así lo relata William Argüello, jubilado de Venevisión, excompañero de beisbol y amigo de Emilio Arvelo, la voz del «Cumpleaños Feliz», apagada en su lucha contra el virus que estuvo de moda, el 15 de marzo de 2021.

La historia de aquel galán, pelotero y cantante, sucedió mientras corrían esos convulsos días de los años 60…
Rondaba aún la sombra de la recién derrocada dictadura. Iniciaba una rara democracia bajo el lema de disparen primero y averigüen después… Así andaba aquella Caracas.

Canto de pelotero

Arvelo fue lanzador del equipo «Farándula», en El Beisbol de Los Artistas organizado por Juan Vené y Ramón Corro. Además, jugaba segunda base, porque era tan habilidoso con sus cuerdas vocales como con sus dotes defensivos…había jugado clase A con el equipo de «Discomoda», sello que le abrió las puertas al éxito.

En los dogouts era el rey de los chistes. Entre innings hacía chanzas adversas a sí mismo. Agradecía a Dios por darle esa voz. “Es que soy más feo que el carajo”, decía y se reía, ese genio del canto que inmortalizó otras tantas piezas y que bailaba como el que más, según confirma Carlos «El Gallo» Gutiérrez, músico del 23 de Enero donde rumbeó bastante el cantante pelotero.

Vendedor estrella

Relata el periodista y músico Jesús Colmenares que Arvelo, su amigo por mucho más de medio siglo, sobresalía tanto en el canto como en las ventas.

En la extinta Sears, Emilio ganó varios premios como el vendedor del mes. Así se relacionó con el gerente general quien lo invitó a una fiesta donde la diminuta estatura del vendedor estrella crecía con cada entonación, lo que impresionó a Antonio Plaza –de Estudios Federales–, quien lo recomendó con César Roldán, un jocoso guayanés dueño de Discomoda. Pasó la prueba y fue contratado por un año.

Grabaron música criolla con varias piezas propias. No pasó nada. El mismo Arvelo bromeaba: “El único disco vendido lo compró mi hermano Alberto, apiadado por ser mi hermano”.

Cambia a la balada de la mano del atinado maestro Carlos Guerra, quien compone el primer verdadero éxito de Emilio, «Soledad sin ti», carta de presentación que lo lleva a Venevisión, donde logra excelente yunta con el presentador estrella Franklin Vallenilla –fallecido muy joven–. Pasado un tiempo pega otro jonrón artístico: «Vestida de novia», de Palito Ortega. Gracias a los contactos comerciales de Sonomatrix abre camino internacional. Llega a México con contrato de una semana que se extendió a cuatro meses, porque conoció a Armando Manzanero y otros grandes con quienes compartió y enriqueció su repertorio y bagaje cultural.

Retirado profesionalmente abre una variada quincalla en Capuchinos, San Martín, donde además de vender sus discos y otros artículos, firmaba autógrafos, se tomaba fotos y complacía a su fanaticada.

“Yo soy Emilio Arvelo”, se presentó con humildad, ante un joven desconocido que buscaba orientación comercial. Era el gaitero, ahora escritor, Héctor Márquez, quien desde entonces fue su admirador: “Entré a su tienda a comprar y salí con un amigo”.

Arvelo permaneció en ese negocio hasta que sus hijos Manuel Emilio y Nayemir le pidieron que se retirara debido a la inseguridad de la zona.

Vuelta exitosa

Al retornar de México graba, del maestro Luis Cruz –quien previamente grabó para su novia Rebeca– con arreglos de Carlos Guerra, «Cumpleaños Feliz», que a decir de Colmenares “es la más vendida en la historia nacional y la que más ha entrado a los hogares venezolanos”, en referencia a aquella joya identificada en la discografía criolla con el serial 461DCM y en el formato 45, con el 1652. Un datazo para los melómanos más fiebrúos…

Posteriormente, Arvelo grabó junto a César Caminero, Emilita Dago y Raquelita Castaño un álbum navideño conocido como Dos muñecas y un feo.

Es contactado por el afamado maestro Sergio Elguín (arreglista oficial de la O.S.V.), y conoce baladas más refinadas. Graba un álbum de boleros latinoamericanos. Se mide con los mejores del patio en el Primer Festival de la Voz de Oro, organizado en Barquisimeto por Cheche Cordero. Allí participó con «Mi mundo junto a ti», casualmente de Jesús Colmenares. Cantaron también Rosa Virginia y María Teresa Chacín, Mirla Castellanos, Alfredo Sadel, José Luis Rodríguez y el ganador Héctor Cabrera, entre otros.

Melodía deportiva

Un problema de salud lo obliga a culminar amistosamente sus compromisos con disqueras y empresas. Pero junto a su hermano siguió cantando en fiestas privadas donde no podía faltar su icónico «Cumpleaños Feliz», erróneamente intitulado como «Ay que noche tan preciosa».

El sello Velvet lo convence y graba «En el final», de Pedro Hernández. Vista la aceptación regraban varios éxitos, entre ellos la nueva versión de «Cumpleaños».

Instalado en Higuerote fungió como instructor musical de niños. Pese a las secuelas del bocio y con más de 70 años rutinariamente caminaba en la playa y corría seis vueltas en el estadio.

Le tocó su turno decisivo. Fue contra la Covid 19. Como en la infancia, en su natal Santa Rosalía, peleó pero lo hicieron out, aunque no se ponchó parado. Fueron 85 años de constancia, buen canto. Justo cuando el virus cumplió un año en el país le reclamó su Cumpleaños pero el rebelde Emilio se lo negó…