Temblad: Por ahí anda el alma de José Félix Ribas desenmascarando traidores

Ni siquiera así pudieron acabar con el legado y la obra de este prócer.

Por Luis Carlucho Martín

Aquella mañana se sentía muy molesta. Había recibido un desagradable mail que la obligaba a asistir a su oficina, para supuestamente actualizar la fe de vida y los datos del carnet de la patria, a pesar de la pandemia y la escasez de efectivo para los pasajes ante esa demoledora dolarización, hiperinflación, especulación y, de paso, aumento de contagios. No obstante, a pesar del lógico pataleo, hubo de apersonarse porque era imperativo para el accionar burocrático de aquella empresa estatal especializada en no hacer nada y en la que ganaba menos de un dólar quincenal.

Coño, pero no tengo bolívares, cómo pago el pasaje. Ah, ya sé, aquí tengo guardado este dólar de la suerte. Ni modo. Lo gastaré. Debe alcanzarme. Con eso voy y vengo. Y así arrancó su drama en tan aleccionadora jornada.

Abordó la buseta hacia su institución. Entregó el verde billete, algo maltrecho por los pliegues del compartimiento del monedero-billetera en el que había permanecido cual reliquia por unos cuantos años. Señor, ¿acepta un dólar? Claro. El tipo cobró y le dio el vuelto que ella guardó sin contar. Es que tenía prisa para cumplir con las absurdas exigencias laborales. Llegó a la oficina, actualizó sus datos como empleada en aquel elefante blanco, nido de comprobada ineficiencia.

De regreso a casa se dispuso a contar el vuelto. ¡Coñuelamadre!, gritó con vehemencia y con demencia. El colector de la buseta anterior no solo le valoró el dólar por debajo de la página del BCV y del paralelo, sino que además le cobró el pasaje más caro del mundo; por supuesto, sin autorización ni Gaceta Oficial. Pero no pasa nada –algo así como una señal de doble robo, como si se tratase de un juego decisivo Caracas-Magallanes. O como una orden de Florentino Pérez a los colegiados del terreno y del VAR de la Liga española de fútbol–. Es que en aquella ciudad surrealista las autoridades dicen una cosa y la gente hace otra…así fue antes, ahora y, aparentemente, por y para siempre.

¡Cómo es la vaina!, Exclamaba en medio de su comprensible indignación. Y allí su rabia empezó a mutar en un mini discurso –una autorreflexión, digamos– con carga histórica, en la que recurrió a sus recuerdos y evocaciones de próceres y personajes que batallaron por un mejor país, de gente que dejó su vida para que esto que ahora sucede no ocurriera jamás…de gente que, tristemente, murió en vano.

Vencedor de Tiranos

Con cara de pocos amigos evocó la agraviada pasajera: Cómo hace falta en esta vaina mi general Vencedor de los Tiranos, José Félix Ribas, JFR, conductor del inesperado y estratégico triunfo en La Victoria un día como hoy, 12 de febrero pero de 1814. Si estuviera vivo tomaría por asalto, junto con sus jóvenes cabezas calientes, todas las rutas de transporte para el público y empezaría a poner orden. O cumplen con el servicio para el pueblo o les cae la justicia, hubiese dicho. Así como aquella vez, frente a su ejército de carajitos reclutados a la fuerza –eran estudiantes, universitarios y del seminario de aquella Caracas– cuando los convenció de que no se puede optar entre vencer o morir, porque necesario era vencer. Y eran pelotones inexpertos y mal nutridos contra los sanguinarios batallones realistas comandados por José Tomás Boves y Francisco Tomás Morales en los predios aragüeños. Sin hablar mucha paja ni amenazar a nadie…

¿Y por qué usted mienta a Ribas?, luego de escuchar atentamente preguntó un señor, compañero de asiento, que por fortuna usaba correctamente su tapabocas.

Ah, porque hoy es Día de la Juventud, aniversario de esa épica batalla, cuyo objetivo central aún está por lograrse. Todo gracias a mi joven general JFR, asesinado, luego de una traición, a manos de tropas realistas el 31 de enero de 1815 en Tucupido, respondió.

Otra doña que la escuchó le dio la razón y le aseguró que, si esos guerreros vivieran en esta época, ninguno de estos avispados haría lo que descarada e impunemente hacen: transportistas, especuladores, bachaqueros, dolartoday, acaparadores, delincuentes y políticos ineficientes, de lado y lado. Se aplicaría realmente contraloría social y, por ejemplo, buseta donde se especule, buseta que sale de circulación…y así con todo y con todos.

Pero eran otras épocas, replicó un señor mayor que se montó en la misma parada que ella, y que se fue a sentar en la cocina, o sea en el último asiento, aunque sin tapabocas (él, negacionista o necio, no creía en esa vaina del coronavirus porque «son inventos del modernismo para encerrarnos a los viejos», agregó el muy temerario). Y aseguró que José Félix Ribas era tan jodido que en sus pocos años de lucha –apenas vivió 39 años– acumuló más triunfos que un montón de militares modernos y enchufados que jamás han hecho nada por su Patria y se jactan exhibiendo charreteras y soles. Tristemente, por confiado lo traicionaron y lo mataron, aseguró.

Ribas, rico de cuna, casado desde 1796 con María Josefa Palacios, tía de Simón Bolívar –aún no era Libertador–, renuncia a sus privilegios y se inspira en la lucha independentista al presenciar la cobarde ejecución del patriota José María España en la Plaza Mayor –actual plaza Bolívar– un año antes de iniciar el siglo XIX. Forma parte de la Sociedad Patriótica y de la Junta Suprema de Caracas donde lidera a los pardos en los movimientos de 1810. Dos años después, en grado de coronel, combate junto a Bolívar –a quien le lleva 8 años de edad–, y emprenden la Campaña Admirable. Comanda los triunfos de Niquitao y Los Horcones. Es ascendido a General de División, grado con el que también triunfa en Vigirima en 1813. A fuerza de acción crece su figura. Demuestra garras, bolas y don de mando…cero padrinazgos.

De traiciones

La historia nos dice que Bolívar fue traicionado. Igualmente Sucre. Lo había sido Miranda y otros próceres más, que entregaron sus vidas a favor de la causa independentista en contra del entonces poderoso imperio español. A todos estos gigantes esa traición los llevó a la decepción y la muerte. Ribas no fue la excepción…

No solo triunfa en La Victoria, sino que en la Batalla de Urica –a pesar de la dolorosa derrota por la cantidad de bajas patriotas–, neutraliza al temido Boves. Crédito para ser respetado y homenajeado de por vida. Pero dada la caída de la Segunda República y menguadas las tropas criollas, no halló el respaldo requerido. Decide huir hacia Barquisimeto vía los llanos previo paso por Caracas, con la idea de recomponer sus fuerzas.

Ya en suelo llanero, herido y enfermo, decide descansar mientras envía a su hombre de confianza por provisiones. Ahí vino la puñalada trapera de Concepción González, quien lo traicionó por salvar su pellejo y por unas míseras monedas…

En eso la señora exclamó: ¡Si aquí la haces, aquí la pagas! Ya sabemos que a José Félix Ribas lo capturaron y el 31 de enero de1775 lo fusilaron –unos dicen que lo mataron a lanzazos–, lo desmembraron, y su cabeza fue freída en aceite y enviada a Caracas para exhibirla a manera de escarmiento para todo el que osase oponerse a las fuerzas realistas. Tipo venganza de los actuales cárteles mejicanos y colombianos…ya los españoles y los traidores criollos usaban ese modus operandi.

Aunque a manera de consolación la doña recordó que 44 años más tarde, en plena Guerra Federal, las tropas del general Ezequiel Zamora reconocen al esclavo traidor, ya anciano, lo capturan y eliminan. Unos dicen que fue fusilado en un cedro, otros dicen que ahorcado en un samán. Todos coinciden que, enterrado en la pata de un cují, para que su maldita alma arda por siempre al fragor del fuego simbólico de la leña de ese árbol tan solicitado para usanza cotidiana… (y que ha servido como leña en la actualidad ante la inexplicable escasez de gas doméstico).

Al respecto, dicen que Zamora exclamó en 1859: “Soldados de la Federación; hoy hemos fusilado a un enemigo de la patria, tan peligroso como cualquier oligarca o godo; porque Concepción González nunca pudo comprender que a los hombres no se venden como Judas vendió a Cristo y lo llevó a la muerte en el Gólgota. Esta es tierra de libertadores, carajo; no de traidores”.

…Ese fue el poder divino. Y no duden que estos que se burlan y se aprovechan hoy del pueblo, que lo traicionan con cada acción antipatriota y con beneficios personales también arderán con justicia divina, insistió aquella responsable trabajadora. Amén…

Desde el 19 de septiembre de 2005 los restos simbólicos de JFR reposan en el Panteón, pero su espíritu guerrero anda en cada venezolano rebelde como fue ese líder nombrado por Bolívar en agosto de 1813 Comandante General de Caracas… Históricamente, esos vientos del más allá siempre soplan a favor del pueblo.

Queda para la reflexión y para la vivencia lo que sobre Ribas dijo el escritor Juan Vicente González: “Es la energía sublime, la vida de la revolución, el alma de la República… Valga afirmar como lo hizo en su memorable arenga a los jóvenes en La Victoria, ¡Viva la República! Que se cuiden quienes traicionan y atentan contra el pueblo y sus consagradas libertades”. ¡He dicho!

nota del editor: este texto del colega Luis Carlucho Mertin debió ser publicado el día de la juventud, pero por razones de duendes, y del coordinador que no llega, se publica hoy 13 de febrero. Igual no perdió vigencia